martes, 18 de septiembre de 2018

ARREPENTIMIENTO ES MAS QUE DECIR


Meditación sobre el arrepentimiento
El arrepentimiento es un regalo de Dios, que hay que solicitar cada día.
Es una experiencia que va en aumento y que finaliza cuando morimos, puesto que cada día hay algunos elementos pecaminosos de nuestro carácter que vencer.
El arrepentimiento es el resultado de amar tanto a Jesús que estoy dispuesto a morir por él, y esa condición viene no por mi fuerza o poder, sino de la obra diaria de arrepentimiento que produce el Espíritu cada momento en mi alma, ser y corazón.
El arrepentimiento parte del Espíritu Santo y avanza hacia una semejanza a Cristo. Comienza con un odio hacia lo malo, lo pecaminoso, lo que desagrada a Dios, y termina con un abandono de eso que tanto amaba. El arrepentimiento es una transformación de Dios hacia mi Corazón corrompido que me lleva a amar la oración, la lectura de su palabra, la obra evangelizadora, y no busca la exaltación propia, sino el ocultarse en Cristo para que el sea el exaltado no mis logros o blancos alcanzados.
El arrepentimiento debe ser clamado, no es algo que yo produzco, es el fruto del Espíritu que conduce al amor, el gozo, la paz, la paciencia, la fe, la mansedumbre, la temperancia. Nadie podrá arrepentirse si no mira su vida ante la belleza de su carácter y la santa ley, los 10 principios que me dicen cuanto he crecido y decrecido en el arrepentimiento. No es la ley externa que me dice no mates, sino la interna que me dice, no te enojes contra tu hermano. No es la ley externa que me dice no adulteres, es la interna que me dice no mires a la mujer para pensar mal. El arrepentido tiene pensamientos y palabras y actos que glorifican a Dios, su Orgullo se ha depuesto, no piensa para si, no se deja llevar por impulsos, deseos sexuales, emociones de fama y poder. No se resiente si no es elogiado o exaltado, no se enferma si lo depusieron del cargo, no hace convenios con sus súbditos dándoles prestaciones para luego cobrársela en las elecciones. El arrepentido solo vive para servir a Dios y a los que más necesitan. El arrepentido no roba, no da informes falsos, que quiere aparecer, no se trae a los mejores o amigazos para que lo acompañen donde lo han nombrado. El arrepentido es diáfano, no le hace la vida imposible a su superior ni a su inferior, no se confabula para tumbar del cargo a quien no le parece. El arrepentido ora, llora ante Dios por los males que ve en otros y en su iglesia. En fin, no estamos arrepentidos, solo nos hemos hecho cristianos profesos, poco arrepentimiento poco poder, nada de arrepentimiento nada de poder.

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