sábado, 6 de agosto de 2016

VIVIMOS EN EL JUICIO FINAL

SI TAN SOLO HUBIERA SABIDO QUE ESTABA FRENTE AL JUICIO HUBIERA VIVIDO MEJOR
No debemos mirar el juicio en el futuro, el juicio es ahora. Previo al advenimiento de Cristo el Señor está recibiendo su reino y en ese proceso está el determinar quiénes formarán parte de él. En este juicio cada persona que se apuntó como candidato al reino de los cielos deberá, previo a ser justificado por la fe en la sangre de Cristo y cubierto por su gracia, depender del bautismo diario del Espíritu Santo para ser santificado o recibir la idoneidad para vivir con Cristo. Esta santificación es la que será revisada en el juicio, obviamente lo será también la justificación.
Cada minuto de la vida está siendo filmado por el tribunal del cielo y se convertirá en una prueba en contra o a favor de mi santidad o idoneidad para el cielo. El derecho a vivir con Cristo ya fue pagado en la Cruz y aceptado en mi corazón, ese día que resolví romper con el reino de Satanás y no seguir sus ideas, placeres y perversiones y tomar la antorcha de Cristo y convertirme en un misionero, porque todo el que nace en el reino de Dios, nace como un misionero.
No nos imaginamos siquiera cuan solemnes son los momentos de cada día. Perdemos el tiempo en tontas conversaciones; en largas filas; en estudios superfluos; en deportes degradantes que llevan los hinchas a asesinar como si se tratara de defender a su dios; en noviazgos viles que nada nos preparan para el reino; en discusiones teológicas vanas; en chateos y juegos electrónicos que nos inhabilitan ver la bella creación de Dios y aprender de ella; y pasara la ciega y el verano de nuestra existencia en el mundo y no llevamos un alma a Cristo, que fue la razón de Dios darnos los 50, 60, 70 años sobre esta tierra, y engrandecer su reino.

Si tan solo aprovecháramos o redimiéramos el tiempo. Podríamos hacer amigos conversando con ellos para darles la única Esperanza; si mientras hago las largas filas dedicara tiempo a leer un libro o a enviar mensajes a mis amigos y conocidos; si estudiara carreras que no me dieran dinero pero si la satisfacción de haber salvado a alguien en el aula de clase; si en vez de gritar en un estadio, tomara un azadón para cultivar tomates y llevárselos a los que no tienen hogar; si en vez de discutir la teología de las salidas de las ciudades, tocara cada casa ofreciendo solución a sus necesidades; si en vez de juegos electrónicos escribiera un libro sobre una investigación o experimento de las plantas, animales o elementos, entonces cuando la muerte toque a mi puerta podre decir como Pablo, no he vivido en vano. Por lo demás me esta guardada la corona, no por mis obras, sino por el amor que tuve a él que todo lo dio por mí, y el amor que tuve a mis hermanos más pequeñitos.

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