martes, 17 de noviembre de 2015

MINISTERIO JUVENIL ADVENTISTA HISTORIA (Revista Perspectiva Teológica 2013)

HISTORIA DEL MINISTERIO JUVENIL EN LA IASD

 

Por

Cristhian Camilo Roncancio Muñoz


CAPITULO I
INTORDUCCIÓN

El ministerio juvenil adventista cuenta actualmente con el apoyo de toda la iglesia en cualquier parte del mundo, sin embargo no siempre fue así, hubo un periodo de tiempo en la historia donde los actualmente conocidos J.A, no fueron tan aceptados ni tan apoyados como se les apoya actualmente.
Dios ha actuado a través de la historia de la iglesia, para brindarle bienestar a la misma a todos los departamentos que la conforman. Si el lector es adventistas del séptimo día comprenderá que desde la conferencia mundial, hasta la iglesia local, hay departamentos establecidos en la iglesia con el fin no solo de sostener y reafirmar en la fe a la congregación, sino también con el firme propósito de preparar a la iglesia para predicar el evangelio a toda nación, tribu y lengua, tal y como se registra en el mandato de nuestro señor Jesús en Mateo 28:19. Es pues por esto necesario darle un vistazo a la historia de la sociedad de jóvenes que a través de la historia de la iglesia a cumplido un papel importante en el evangelismo y en la lucha constante de sostener a los jóvenes dentro de la iglesia, antes de que el enemigo los arrebate para sí.

CAPITULO II

APROXIMACIÓN AL FUNDAMENTO BÍBLICO DEL MINISTERIO JUVENIL

Los diferentes tipos de ministerios que se manejan en la iglesia adventista del séptimo día y en otras denominaciones, parten de un sustento meramente bíblico y buscan el aprovechamiento máximo de estos ministerios en beneficio de la iglesia, así como fueron de beneficio para la iglesia apostólica fundada por Jesús. Este es el caso del ministerio juvenil.
En la Biblia hay varios registros de jóvenes que fueron utilizados por Dios para su obra, y dieron todo lo que tenían por servir a Dios. Este fue el caso de varios jóvenes que serán mencionados a continuación.
Abel: A su temprana edad presento a Dios las mejores y más sinceras  ofrendas, buscando adorar de la mejor manera a Dios. Este joven dio lo mejor que tenía para Dios. (Gén. 4:4)
José: Fue un joven temeroso de Dios que no cedió a la tentación de la esposa de Potifar y mantuvo en alto sus principios  pesé a las circunstancias que se le presentaron. (Gén. 39:7-9)
Josué: Un joven decidido a obedecer los mandatos de Dios, creyó en la promesa de la tierra que Dios le daría a su pueblo y finalmente lidero al pueblo al entrar a Canaán. (Deut. 1:38, Jos. 24:15)
Caleb: Un joven fiel que obedeció la voz de Dios y reconoció la tierra prometida, pesé a las circunstancias creyó en las promesas de Dios y le fue dada recompensa en la tierra. (Deut. 1:36, Jos. 14:6-14)
David: Fue uno de los jóvenes más exitosos en la tierra. Consagrado a Dios derroto a Goliat, fue humilde y decidido a dar lo mejor de sí para Dios. Finalmente fue uno de los Reyes más apreciados en toda la historia de Israel. (1 Sam. 17, 1 Rey. 3: 7-9)   
Daniel: Junto con sus tres amigos, dieron testimonio vivo de su fe en Dios y no se contaminaron de pecado. Ocupo grandes puestos en Babilonia y mantuvo el nombre de Dios en alto. (Dan. 1 y 2)
Juan: Un joven que lo dejo todo por seguir a Jesús, perseverante en la fe escribió dos libros de la Biblia y tres epístolas, cuido a María la madre de Jesús y fue llamado el discípulo amado. (Jn. 13:23)
Santiago: Fue un joven sin duda alguna fiel y confiado en las promesas de Dios. Dio testimonio hasta el último suspiro cuando fue apedreado por la gente. (Hch. 7)
Timoteo: Presento una gran fe, legitima  pura. Fue un obrero incansable en la predicación junto a Pablo. (2 Tim. 1:5)
Tito: Fue un joven atento y dispuesto en la predicación del evangelio. Fue encargado como líder de una iglesia y Pablo lo llamo “verdadero hijo en la fe”. (Tit. 1:4)
Estos jóvenes conservaron su fe y su fidelidad dondequiera que fueron dando muestra de que los jóvenes pueden mantenerse como verdaderos hijos de Dios bajo cualquier circunstancia que se les presente. La Biblia deja ver a través de estos jóvenes la importancia de mantener activos en la obra de Dios a cada hombre y mujer jóvenes que pertenezcan a su pueblo, con el fin de que se conserven fieles dentro y fuera de la iglesia. Aunque la juventud es una etapa de difícil transición y de objeto de fuertes ataques de Satanás, Dios está dispuesto a dar las fuerzas y la fe suficiente para mantenerse fiel a cada joven que obedezca su voz Divina y que desee trabajar por  la salvación del hombre. Tal como lo  menciona White “Con semejante ejercito de obreros como el que nuestros jóvenes bien preparados podrían proveer, ¡cuán pronto se proclamaría al mundo el mensaje de un salvador crucificado, resucitado y próximo a venir!”[1] Claramente Dios ha levantado jóvenes para su servicio y para ejemplo de su pueblo. Esto refleja el deseo de Dios por mantener jóvenes bien organizados y dedicados a su obra santa.
Bajo el anterior cuadro bíblico de jóvenes entregados a Dios, seguramente siguieron surgiendo más jóvenes que trabajaron incansablemente por la predicación del evangelio a través de los siglos y para el fortalecimiento de la iglesia. Fue por ello necesario como lo argumenta Cadwallader que “la juventud fuera entrenada para trabajar por otros jóvenes y tomara parte posteriormente en la obra organizada de la denominación”.[2] Es pues de esta manera, que para el siglo XIV después de un chasco en 1844 y de la formación oficial de la iglesia adventista del séptimo día en 1860[3], surgió años más adelante el primer deseo de organizar a los jóvenes de la iglesia para el servicio de la misma y de Dios. Este será el objeto de estudio del siguiente capítulo.

CAPITULO III

HISTORIA DEL MINISTERIO JUVENIL EN LA IASD


El proceso organizativo de todos los departamentos de la IASD se fue dando a medida del transcurrir del tiempo y a medida de las necesidades e inconvenientes que se suscitaban en la creciente iglesia.  Fue en estas condiciones que el departamento de jóvenes tuvo su origen.
Con un departamento de escuela sabática organizado y mejorado, y con la fundación del Colegio Battle Creek en 1874, la iglesia adventista pareció sentir que había a atendido las necesidades espirituales de los jóvenes. Sin embargo no todos los jóvenes adventistas compartían esta idea. Aunque,  dice Knight, “la iglesia brindaba educación religiosa a sus jóvenes por medio de las páginas de Youth´s Instructor y de la escuela sabática con sus lecciones semanales, no se suplían las suficientes necesidades de los jóvenes.”[4]  En el verano de 1879 Luther Warren, de 14 años y Harry Fenner de 17 años, quienes vivían en la zonza rural de Hazelton Michigan, comenzaron a conversar sobre cómo podrían  ayudar a sus amigos menos espirituales y con necesidades. Pronto estas intenciones se convertirían en una sociedad misionera.[5]
La primera reunión se celebró en el dormitorio de Luther Warren, con asistencia de otros jóvenes varones. En aquella nota se discutió como se podían ayudar a otros jóvenes y como sostener un futuro ministerio económicamente. A raíz de esa sesión, promovieron la obra misionera y la recaudación de fondos para adquirir publicaciones misioneras, y de esta manejar a esparcir el evangelio. Poco después de todo este gran movimiento juvenil se acomodó en una habitación únicamente para las reuniones juveniles, reuniones que serían parte de la primera sociedad de jóvenes adventistas.[6] Esta reuniones poco a poco fueron apoyadas por los adultos quienes entendían el concepto de que las familias deben estar unidos y más, según Paul Eugene, cuando “todo hijo es un desafío”.[7]
El 19 de Diciembre de 1892, Elena G. de White recibió el primer consejo con relación a la obra de jóvenes y escribió varios pasajes recopilados en el libro mensajes para los jóvenes. Entre 1879 y 1901 comenzaron a surgir varias sociedades de jóvenes en los Estados Unidos.[8]Estas reuniones fueron aumentando constantemente e incluso fueron llevadas a lugares donde no había presencia adventistas buscando que los jóvenes cumplieran también la misión de evangelizar a toda nación, tribu y lengua.[9]Entre 1879 y 1901 comenta Roberto Carvajal comenzaron a surgir varias sociedades de jóvenes adventistas a cuyas sociedades les fue otorgado el nombre de M.V, nombre que significa misioneros voluntarios. En 1978 estas siglas que por tanto tiempo fueron el porta estandarte de la sociedad de jóvenes adventistas fue cambiada con fines no de cambiar la misión sino de organizar oficialmente el departamento ante la conferencia mundial, las siglas ahora serían J.A que significa evidentemente Jóvenes Adventistas.[10]
En el año de 1992 se introducen las clases M.V de conquistadores y de aventureros que eran los clubes existentes en el momento, cabe aclarar que estos dos clubes no solo se han mantenido hasta la actualidad como símbolo de adiestramiento, sino también como filtros por los cuales el evangelismo puede llegar a las diferentes personas.[11] En el año de 1927 se introduce el primer curso de liderazgo, que comenzó con el curso de adiestramiento para los maestros camaradas, mas tarde fue cambiado por el de Guías Mayores.  Finalmente la organización de los tres clubes (Aventureros, conquistadores y guías mayores) fueron aprobados por la Asociación General en 1950.
Hoy en día la iglesia cuenta con un director de Jóvenes en cada misión, asociación, unión, división y finalmente en la asociación general de los adventistas del séptimo día.
CONCLUSIÓN

El Departamento de Jóvenes se esfuerza por alcanzar a los niños y Jóvenes dondequiera que ellos estén para guiarlos a Cristo, ayudarlos a elegir sus ideales y darles una preparación en el servicio cristiano. Una de las consignas del departamento de jóvenes es: "Salvar del pecado y adiestrar para el Servicio”. Salvación y Servicio son los elementos fundamentales del Ministerio Juvenil Adventista. 
Sin embargo, salvar a la Juventud y adiestrarla para el servicio es más que un esfuerzo departamental, es el primer trabajo de la iglesia, una responsabilidad que descansa sobre cada miembro y dirigente de la misma. Es de esta manera la misión la
 de llevar y mantener a la juventud en los pasos de Cristo para que sean de utilidad y servicio a toda la comunidad y el mundo entero; y como meta principal, preparar a la juventud para un encuentro no muy lejano con nuestro Señor Jesucristo.
BIBLIGRAFÍA

Cadwallader E.M, Filosofía básica de la educación adventista, Entre ríos, Argentina: Universidad Adventista del Plata, 1993.
Carvajal Roberto, Historia denominacional, Medellín: Litografía Icolven, 2005.
Eugene Paul, Educar: problemas de la juventud, Barcelona: Editorial Herder, 1979.
Knight George, Nuestra Iglesia, Miami: Pacific Press Publishin Association, 2005.
Land Gary, El mundo de Elena G de White, Miami: Pacific Press Publishin Association, 1996.
Manual de ministerio juvenil, Cuatro llaves para abrir un ministerio con propósito Miami: APIA, 2004.
Maxwell Mervyn, Dilo al mundo, Florida: Pacific Press Publishin Association, 1990.
Pacific Press Publishin Association, 2002.
Richard W. achwarza y Flyd Greenleaf, Portadores de luz, Trad. Rolando A. Itin (Miami:
Vásquez Manuel, La historia aun no contada, Miami: Pacific Press Publishin Association, 2000.
White Ellen, Mensajes  para los jóvenes, Washington: APIA, 1967.




[1] Ellen White, Mensajes  para los jóvenes (Washington: APIA, 1967), 74
[2] E. M. Cadwallader, Filosofía básica de la educación adventista (Entre ríos, Argentina: Universidad Adventista del Plata, 1993), 57
[3] Mervyn Maxwell, Dilo al mundo (Florida: Pacific Press Publishin Association, 1990), 98
[4] George R. Knight, Nuestra Iglesia (Miami: Pacific Press Publishin Association, 2005),89
[5] Richard W. achwarza y Flyd Greenleaf, Portadores de luz, Trad. Rolando A. Itin (Miami: Pacific Press Publishin Association, 2002), 156
[6] Manual de ministerio juvenil, Cuatro llaves para abrir un ministerio con propósito (Miami: APIA, 2004),20
[7] Paul Eugene, Educar: problemas de la juventud (Barcelona: Editorial Herder, 1979), 17
[8] Roberto Carvajal, Historia denominacional (Medellín: Litografía Icolven, 2005), 93
[9] Gary Land, El mundo de Elena G de White (Miami: Pacific Press Publishin Association, 1996),72
[10] Roberto Carvajal, Historia denominacionel, 93
[11] Manuel Vásquez, La historia aun no contada (Miami: Pacific Press Publishin Association, 2000), 431

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