HISTORIA
DEL MINISTERIO JUVENIL EN LA IASD
Por
Cristhian Camilo Roncancio Muñoz
CAPITULO I
INTORDUCCIÓN
El ministerio juvenil adventista cuenta
actualmente con el apoyo de toda la iglesia en cualquier parte del mundo, sin
embargo no siempre fue así, hubo un periodo de tiempo en la historia donde los actualmente
conocidos J.A, no fueron tan aceptados ni tan apoyados como se les apoya
actualmente.
Dios ha actuado a través de la historia
de la iglesia, para brindarle bienestar a la misma a todos los departamentos
que la conforman. Si el lector es adventistas del séptimo día comprenderá que
desde la conferencia mundial, hasta la iglesia local, hay departamentos
establecidos en la iglesia con el fin no solo de sostener y reafirmar en la fe
a la congregación, sino también con el firme propósito de preparar a la iglesia
para predicar el evangelio a toda nación, tribu y lengua, tal y como se
registra en el mandato de nuestro señor Jesús en Mateo 28:19. Es pues por esto
necesario darle un vistazo a la historia de la sociedad de jóvenes que a través
de la historia de la iglesia a cumplido un papel importante en el evangelismo y
en la lucha constante de sostener a los jóvenes dentro de la iglesia, antes de
que el enemigo los arrebate para sí.
CAPITULO II
APROXIMACIÓN AL FUNDAMENTO BÍBLICO DEL MINISTERIO JUVENIL
Los
diferentes tipos de ministerios que se manejan en la iglesia adventista del
séptimo día y en otras denominaciones, parten de un sustento meramente bíblico
y buscan el aprovechamiento máximo de estos ministerios en beneficio de la
iglesia, así como fueron de beneficio para la iglesia apostólica fundada por
Jesús. Este es el caso del ministerio juvenil.
En la Biblia hay varios registros de
jóvenes que fueron utilizados por Dios para su obra, y dieron todo lo que
tenían por servir a Dios. Este fue el caso de varios jóvenes que serán
mencionados a continuación.
Abel: A su temprana
edad presento a Dios las mejores y más sinceras
ofrendas, buscando adorar de la mejor manera a Dios. Este joven dio lo
mejor que tenía para Dios. (Gén. 4:4)
José: Fue un joven
temeroso de Dios que no cedió a la tentación de la esposa de Potifar y mantuvo
en alto sus principios pesé a las
circunstancias que se le presentaron. (Gén. 39:7-9)
Josué: Un joven
decidido a obedecer los mandatos de Dios, creyó en la promesa de la tierra que
Dios le daría a su pueblo y finalmente lidero al pueblo al entrar a Canaán.
(Deut. 1:38, Jos. 24:15)
Caleb: Un joven fiel
que obedeció la voz de Dios y reconoció la tierra prometida, pesé a las
circunstancias creyó en las promesas de Dios y le fue dada recompensa en la
tierra. (Deut. 1:36, Jos. 14:6-14)
David: Fue uno de los
jóvenes más exitosos en la tierra. Consagrado a Dios derroto a Goliat, fue
humilde y decidido a dar lo mejor de sí para Dios. Finalmente fue uno de los
Reyes más apreciados en toda la historia de Israel. (1 Sam. 17, 1 Rey. 3: 7-9)
Daniel: Junto con sus
tres amigos, dieron testimonio vivo de su fe en Dios y no se contaminaron de
pecado. Ocupo grandes puestos en Babilonia y mantuvo el nombre de Dios en alto.
(Dan. 1 y 2)
Juan: Un joven que lo
dejo todo por seguir a Jesús, perseverante en la fe escribió dos libros de la
Biblia y tres epístolas, cuido a María la madre de Jesús y fue llamado el
discípulo amado. (Jn. 13:23)
Santiago: Fue un joven sin
duda alguna fiel y confiado en las promesas de Dios. Dio testimonio hasta el
último suspiro cuando fue apedreado por la gente. (Hch. 7)
Timoteo: Presento una
gran fe, legitima pura. Fue un obrero
incansable en la predicación junto a Pablo. (2 Tim. 1:5)
Tito: Fue un joven
atento y dispuesto en la predicación del evangelio. Fue encargado como líder de
una iglesia y Pablo lo llamo “verdadero hijo en la fe”. (Tit. 1:4)
Estos jóvenes conservaron su fe y su
fidelidad dondequiera que fueron dando muestra de que los jóvenes pueden
mantenerse como verdaderos hijos de Dios bajo cualquier circunstancia que se
les presente. La Biblia deja ver a través de estos jóvenes la importancia de
mantener activos en la obra de Dios a cada hombre y mujer jóvenes que
pertenezcan a su pueblo, con el fin de que se conserven fieles dentro y fuera
de la iglesia. Aunque la juventud es una etapa de difícil transición y de
objeto de fuertes ataques de Satanás, Dios está dispuesto a dar las fuerzas y
la fe suficiente para mantenerse fiel a cada joven que obedezca su voz Divina y
que desee trabajar por la salvación del
hombre. Tal como lo menciona White “Con
semejante ejercito de obreros como el que nuestros jóvenes bien preparados
podrían proveer, ¡cuán pronto se proclamaría al mundo el mensaje de un salvador
crucificado, resucitado y próximo a venir!”[1]
Claramente Dios ha levantado jóvenes para su servicio y para ejemplo de su
pueblo. Esto refleja el deseo de Dios por mantener jóvenes bien organizados y
dedicados a su obra santa.
Bajo el anterior cuadro bíblico de jóvenes
entregados a Dios, seguramente siguieron surgiendo más jóvenes que trabajaron
incansablemente por la predicación del evangelio a través de los siglos y para
el fortalecimiento de la iglesia. Fue por ello necesario como lo argumenta
Cadwallader que “la juventud fuera entrenada para trabajar por otros jóvenes y
tomara parte posteriormente en la obra organizada de la denominación”.[2]
Es pues de esta manera, que para el siglo XIV después de un chasco en 1844 y de
la formación oficial de la iglesia adventista del séptimo día en 1860[3],
surgió años más adelante el primer deseo de organizar a los jóvenes de la
iglesia para el servicio de la misma y de Dios. Este será el objeto de estudio
del siguiente capítulo.
CAPITULO III
HISTORIA DEL MINISTERIO JUVENIL EN LA IASD
El proceso organizativo de todos los
departamentos de la IASD se fue dando a medida del transcurrir del tiempo y a
medida de las necesidades e inconvenientes que se suscitaban en la creciente
iglesia. Fue en estas condiciones que el
departamento de jóvenes tuvo su origen.
Con un departamento de escuela sabática
organizado y mejorado, y con la fundación del Colegio Battle Creek en 1874, la
iglesia adventista pareció sentir que había a atendido las necesidades
espirituales de los jóvenes. Sin embargo no todos los jóvenes adventistas
compartían esta idea. Aunque, dice
Knight, “la iglesia brindaba educación religiosa a sus jóvenes por medio de las
páginas de Youth´s Instructor y de la escuela sabática con
sus lecciones semanales, no se suplían las suficientes necesidades de los
jóvenes.”[4] En el verano de 1879 Luther Warren, de 14
años y Harry Fenner de 17 años, quienes vivían en la zonza rural de Hazelton
Michigan, comenzaron a conversar sobre cómo podrían ayudar a sus amigos menos espirituales y con necesidades.
Pronto estas intenciones se convertirían en una sociedad misionera.[5]
La primera reunión se celebró en el
dormitorio de Luther Warren, con asistencia de otros jóvenes varones. En
aquella nota se discutió como se podían ayudar a otros jóvenes y como sostener
un futuro ministerio económicamente. A raíz de esa sesión, promovieron la obra
misionera y la recaudación de fondos para adquirir publicaciones misioneras, y
de esta manejar a esparcir el evangelio. Poco después de todo este gran
movimiento juvenil se acomodó en una habitación únicamente para las reuniones
juveniles, reuniones que serían parte de la primera sociedad de jóvenes
adventistas.[6]
Esta reuniones poco a poco fueron apoyadas por los adultos quienes entendían el
concepto de que las familias deben estar unidos y más, según Paul Eugene,
cuando “todo hijo es un desafío”.[7]
El 19 de Diciembre de 1892, Elena G. de
White recibió el primer consejo con relación a la obra de jóvenes y escribió
varios pasajes recopilados en el libro mensajes para los jóvenes. Entre 1879 y
1901 comenzaron a surgir varias sociedades de jóvenes en los Estados Unidos.[8]Estas
reuniones fueron aumentando constantemente e incluso fueron llevadas a lugares
donde no había presencia adventistas buscando que los jóvenes cumplieran
también la misión de evangelizar a toda nación, tribu y lengua.[9]Entre
1879 y 1901 comenta Roberto Carvajal comenzaron a surgir varias sociedades de
jóvenes adventistas a cuyas sociedades les fue otorgado el nombre de M.V,
nombre que significa misioneros voluntarios. En 1978 estas siglas que por tanto
tiempo fueron el porta estandarte de la sociedad de jóvenes adventistas fue
cambiada con fines no de cambiar la misión sino de organizar oficialmente el
departamento ante la conferencia mundial, las siglas ahora serían J.A que
significa evidentemente Jóvenes Adventistas.[10]
En el año de 1992 se introducen las
clases M.V de conquistadores y de aventureros que eran los clubes existentes en
el momento, cabe aclarar que estos dos clubes no solo se han mantenido hasta la
actualidad como símbolo de adiestramiento, sino también como filtros por los
cuales el evangelismo puede llegar a las diferentes personas.[11]
En el año de 1927 se introduce el primer curso de liderazgo, que comenzó con el
curso de adiestramiento para los maestros camaradas, mas tarde fue cambiado por
el de Guías Mayores. Finalmente la
organización de los tres clubes (Aventureros, conquistadores y guías mayores)
fueron aprobados por la Asociación General en 1950.
Hoy en día la iglesia cuenta con un
director de Jóvenes en cada misión, asociación, unión, división y finalmente en
la asociación general de los adventistas del séptimo día.
CONCLUSIÓN
El
Departamento de Jóvenes se esfuerza por alcanzar a los niños y Jóvenes
dondequiera que ellos estén para guiarlos a Cristo, ayudarlos a elegir sus
ideales y darles una preparación en el servicio cristiano. Una de las consignas
del departamento de jóvenes es: "Salvar del pecado y adiestrar para el
Servicio”. Salvación y Servicio son los elementos fundamentales del Ministerio
Juvenil Adventista.
Sin embargo, salvar a la Juventud y adiestrarla para el servicio es más que un esfuerzo departamental, es el primer trabajo de la iglesia, una responsabilidad que descansa sobre cada miembro y dirigente de la misma. Es de esta manera la misión la de llevar y mantener a la juventud en los pasos de Cristo para que sean de utilidad y servicio a toda la comunidad y el mundo entero; y como meta principal, preparar a la juventud para un encuentro no muy lejano con nuestro Señor Jesucristo.
Sin embargo, salvar a la Juventud y adiestrarla para el servicio es más que un esfuerzo departamental, es el primer trabajo de la iglesia, una responsabilidad que descansa sobre cada miembro y dirigente de la misma. Es de esta manera la misión la de llevar y mantener a la juventud en los pasos de Cristo para que sean de utilidad y servicio a toda la comunidad y el mundo entero; y como meta principal, preparar a la juventud para un encuentro no muy lejano con nuestro Señor Jesucristo.
BIBLIGRAFÍA
Cadwallader
E.M, Filosofía básica de la educación
adventista, Entre ríos, Argentina: Universidad Adventista del Plata, 1993.
Carvajal
Roberto, Historia denominacional, Medellín:
Litografía Icolven, 2005.
Eugene
Paul, Educar: problemas de la juventud, Barcelona:
Editorial Herder, 1979.
Knight George, Nuestra
Iglesia, Miami: Pacific Press Publishin Association, 2005.
Land Gary, El
mundo de Elena G de White, Miami: Pacific Press Publishin Association,
1996.
Manual
de ministerio juvenil, Cuatro llaves para
abrir un ministerio con propósito Miami: APIA, 2004.
Maxwell Mervyn, Dilo
al mundo, Florida: Pacific Press Publishin Association, 1990.
Pacific Press Publishin Association, 2002.
Richard W. achwarza y Flyd Greenleaf, Portadores de luz, Trad. Rolando A. Itin (Miami:
Vásquez
Manuel, La historia aun no contada,
Miami: Pacific Press Publishin Association, 2000.
White
Ellen, Mensajes para los jóvenes, Washington: APIA, 1967.
[1] Ellen White, Mensajes para los jóvenes (Washington: APIA,
1967), 74
[2] E. M. Cadwallader, Filosofía
básica de la educación adventista (Entre ríos, Argentina: Universidad
Adventista del Plata, 1993), 57
[3] Mervyn Maxwell, Dilo al mundo (Florida: Pacific Press
Publishin Association, 1990), 98
[4] George R. Knight, Nuestra Iglesia (Miami: Pacific Press
Publishin Association, 2005),89
[5] Richard W. achwarza y Flyd Greenleaf, Portadores de luz, Trad. Rolando A. Itin
(Miami: Pacific Press Publishin Association, 2002), 156
[6] Manual de ministerio juvenil, Cuatro llaves para abrir un ministerio con propósito (Miami: APIA,
2004),20
[7] Paul Eugene, Educar:
problemas de la juventud (Barcelona: Editorial Herder, 1979), 17
[8] Roberto Carvajal, Historia
denominacional (Medellín: Litografía Icolven, 2005), 93
[9] Gary Land, El mundo de Elena G de White (Miami:
Pacific Press Publishin Association, 1996),72
[10] Roberto Carvajal, Historia
denominacionel, 93
[11] Manuel Vásquez, La
historia aun no contada (Miami: Pacific Press Publishin Association, 2000),
431
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